Tal vez es cuestión de Carácter

En ocasiones observo cómo las personas a mi alrededor sufren y se lamentan por los problemas sociales y económicos principalmente. También he percibido que voces de cambio se elevan y resuenan osadas y hasta desafiantes, precisamente ante una realidad que asfixia a muchos.

Muy a pesar de esta efervecencia siento que ese cambio se encuentra lejos, a una distancia más interior que exterior, más en la experiencia que en el tiempo, y ello por una simple comparación, tal vez burda, pero muy válida a mi parecer.

Y es que hay un viejo y trillado discurso referido a que no puede transformarse una sociedad si no se transforma el individuo. 

¿Pero dónde está la comparación?, pues en que las sociedades que se han transformado de manera efectiva han sido algo así como la suma de las transformaciones de sus individuos, o al menos de sus muchos líderes, de los que generlamente conocemos al más sobresaliente, digamos: Martin Luther King, Gandhi, Nelson Mandela... ¿Barack Obama?. Esto es solo por citar algunos conocidos.

En general, líderes que no conocen el trecho entre el dicho y el hecho, que no dubitan a la hora de actuar, que la adversidad es su guía y consejera y cuya palabra empeñada es verdadera ley y compromiso.

Tal vez deberíamos pensar en ellos cuando el carácter no nos alcanza para resistir la dificultad cotidiana, la tentación por el mínimo esfuerzo, quizás ni siquiera el semáforo en rojo.

No conozco testimonio alguno de transformación en la que no haya mediado el sacrificio, el trabajo denodado, la fidelidad con la palabra empeñada, la intransigencia en el respeto a los demás, la firmeza para no negociar principios... ¡podríamos enumerar tanto más!. Pero hay algo que boga por encima y que focaliza mi atención: el CARÁCTER.

Esa suerte de coraza que reviste a las virtudes de un ser que tiene un propósito con rango de anhelo en la vida.

Pienso que la vida "blanda" en general, tiende a debilitar al ser humano y finalmente, cuando la subsistencia del cuerpo no se ve amenazada, a pesar de la pobreza o privaciones de orden material, parece que tendemos a amodorrarnos y a perder la coraza que debería cubrir a nuestras virtudes.

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